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CAPÍTULO XIX.

34 Mas luego que conocieron ser judío, todos á una voz se pusieron á gritar por espacio de casi dos horas: Viva la gran Diana de los ephesios.

35 Al fin el secretario ó síndico, habiendo sosegado al tumulto, les dijo: Varones ephesinos, ¿quien hay entre los hombres que ignore que la ciudad de Épheso está dedicada toda al culto de la gran Diana, hija de Júpiter [1]?

36 Siendo pues esto tan cierto que nadie lo puede contradecir, es preciso que os sosegueis, y no procedais inconsideradamente.

37 Estos hombres que habeis traido aquí, ni son sacrílegos, ni biasfemadores de vuestra diosa.

38 Mas si Demetrio y los artífices que le acompañan, tienen queja contra alguno, audiencia pública hay, y procónsules; acúsenle y demanden contra él.

39 Y si teneis alguna otra pretension, podrá esta decidirse en legítimo ayuntamiento.

40 De lo contrario estamos á riesgo de que se nos acuse de sediciosos por lo de este dia, no pudiendo alegar ninguna causa para justificar esta reunion. Dicho esto, hizo retirar á todo el concurso.


  1. El griego Διοπετοῦς, esto es, imágen enviada de Júpiter. Creía el pueblo que aquella imágen no era obra de mano de hombres, sino que habia bajado del cielo.