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CAPÍTULO XXII.

13 Yo soy el Alpha y la Omega, el primero y el último, el principio y el fin.

14 Bienaventurados los que lavan sus vestiduras [1] en la sangre del Cordero, para tener derecho al árbol de la vida, y á entrar por las puertas de la ciudad santa.

15 Queden á fuera los perros, y los hechiceros, y los deshonestos, y los homicidas, y los idólatras, y todo aquel que ama y platica mentira.

16 Yo Jesus envié mi angel, á notificaros estas cosas en las Iglesias. Yo soy la raiz ó estirpe, y la prosapia de David, el lucero brillante de la mañana [2].

17 Y el espíritu, y la esposa [3] dicen: Ven. Diga tambien quien escucha: Ven. Asimismo el que tiene sed [4], venga; y el que quiera, tome de balde el agua de vida.

18 Ahora bien, yo protesto á todos los que oyen las palabras de la profecía de este libro: Que si alguno añadiere á ellas cualquiera cosa, Dios descargará sobre él las plagas escritas en este libro.

19 Y si alguno quitáre cualquiera cosa de las palabras del libro de esta profecía, Dios le quitará á él del libro de la vida, y de la ciudad santa, y no le dará parte en lo escrito en este libro.


  1. Véase Lavar, Vestidos.
  2. Num. XXIV. v.17.—Zach. VI. v.12.—Luc. I. v.78.
  3. Que es la Iglesia, me dicen sin cesar: Ven.
  4. De gozar de mi presencia. Is. LV. v.1.