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CAPÍTULO XVIII.

2 Y exclamó con mucha fuerza, diciendo: Cayó, cayó Babylonia la grande; y está hecha morada de demonios, y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de todas las aves asquerosas y abominables:

3 por cuanto todas las naciones bebieron del vino irritante ó venenoso de su disolucion; y los reyes de la tierra estuvieron amancebados con ella; y los mercaderes de la tierra se hicieron ricos con el precio de sus regalos ó exceso del lujo.

4 Y oí otra voz del Cielo, que decia: Los que sois del pueblo mio, escapad de ella, para no ser participantes de sus delitos, ni quedar heridos de sus plagas.

5 Porque sus pecados han llegado hasta el cielo [1], y Dios se ha acordado de sus maldades.

6 Dadle á ella el retorno que os ha dado ella misma; y aun redobládselo segun sus obras: en la taza misma, con que os dió á beber, echadle al doble.

7 Cuanto se ha engreido y regalado, dadle otro tanto de tormento y de llanto, ya que dice en su corazon: Estoy como reina sentada en sólio; y no soy viuda, y no veré duelo.

8 Por eso en un dia sobrevendrán sus plagas, mortandad, llanto y hambre, y será abrasada del fuego; porque poderoso es el Dios, que ha de juzgarla.


  1. Pidíendo venganza: en este mundo nunca los justos vuelven mal por mal; pero allá en el cielo se alegrarán y alabarán la justicia con que el Señor castiga á los impíos. Psalm. LVII. v.11. En este lugar, como en otros de la Escritura, no se manda ó desea, sino que se anuncia lo que ha de suceder.