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CAPÍTULO XIII.

ra; aquellos, digo, cuyos nombres no están escritos en el Libro de la vida del Cordero, que fue sacrificado desde el principio del mundo [1].

9 Quien tiene oidos, escuche ó atienda bien.

10 El que cautiváre á otros, en cautividad parará: quien á hierro matáre, es preciso que á hierro sea muerto. Aqui está el motivo de la paciencia, y de la firmeza de la fé que tienen los santos.

11despues otra bestia que subía de la tierra, y que tenia dos cuernos, semejantes á los del Cordero; mas su lenguage era como el del dragon.

17 Y ejercitaba todo el poder de la primera bestia en su presencia; é hizo que la tierra, y sus moradores, adorasen la bestia primera, cuya herida mortal quedó curada.

13 Y obró prodigios grandes, hasta hacer que bajase fuego del cielo á la tierra en presencia de los hombres.

14 Así es que engañó, ó embaucó, á los moradores de la tierra con los prodigios, que se le permitieron hacer á vista de la bestia, diciendo á los moradores de la tierra, que hiciesen una imágen de la bestia, que habiendo sido herida de la espada, revivió ó curó, como dijimos.


  1. En la persona de los justos, y de las victimas que le representaban. Puede tambien traducirse, juntando las palabras desde el principio del mundo, con las otras, no están escritos en el Libro del Cordero.