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CAPÍTULO XI.

3 entre tanto yo daré órden á dos testigos mios [1], y harán oficio de Profetas, cubiertos de sacos ó hábitos de penitencia, por espacio de mil doscientos y sesenta dias.

4 Estos son dos olivos, y dos candeleros puestos en la presencia del Señor de la tierra [2].

5 Y si alguno quisiere maltratarlos, saldrá fuego de la boca de ellos, que devorará á sus enemigos [3], pues asi conviene sea consumido, quien quisiere hacerles daño.

6 Los mismos tienen poder de cerrar el cielo, para que no llueva en el tiempo que ellos profetizen; y tienen tambien potestad sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para afligir la tierra con toda suerte de plagas siempre que quisieren.

7 Mas despues que concluyeren de dar su testimonio, la bestia que sube del abismo, moverá guerra contra ellos, y los vencerá, y les quitará la vida.

8 Y sus cadáveres yacerán en las plazas dela grande ciudad, que se llama místicamente Sodoma y Egypto, donde asimismo el Señor de ellos fue crucificado [4].


  1. Elías y Enoch.
  2. Que comunicarán la gracia y uncion del Espíritu santo y alumbrarán á los hombres. Véase Zach. IV.
  3. IV. Reg. I. v.10.—Eccles. XLVIII. v.3.
  4. De estas palabras infieren vários expositores que la corte ó residencia del Antechristo será en Jerusalem, llamada Sodoma y Egypto por sus maldades y abominaciones.
 Tom. XV.
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