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CAPÍTULO IV.

veinte y cuatro ancianos sentados, revestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas.

5 Y del solio salian relámpagos, y voces, y truenos; y siete lamparas [1] estaban ardiendo delante del sólio, que son los siete espíritus de Dios.

6 Y en frente del sólio habia como un mar trasparente de vidrio semejante al cristal, y en medio del espacio en que estaba el trono, y al rededor de él, cuatro animales llenos de ojos delante y detrás.

7 Era el primer animal parecido al leon, y el segundo á un becerro, y el tercer animal tenia cara como de hombre, y el cuarto animal semejante á una águila volando.

8 Cada uno de los cuatro animales, tenia seis alas, y por afuera de las alas, y por adentro estaban llenos de ojos; y no reposaban de dia ni de noche, diciendo: Santo, santo, santo es el Señor Dios todopoderoso, el cual era, el cual es, y el cual ha de venir [2].

9 Y mientras aquellos animales tributaban gloria, y honor, y bendicion ó accion de gracias al que estaba sentado en el trono, que vive por los siglos de los siglos,

10 los veinte y cuatro ancianos se postraban delante del que estaba sentado en el trono, y adoraban al que vive por los siglos de los siglos, y ponian sus coronas ante el trono, diciendo:


  1. Alude á las siete lámparas del Tabernáculo. Véase Tabernáculo, Templo.
  2. Véase Is. VI. v.3.