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EPÍST. CATHÓLICA DE SAN JUDAS.

23 á los unos ponedlos en salvo, arrebatándolos de entre las llamas. Y tened lástima de los demás [1], temiendo por vosotros mismos: aborreciendo aun ó huyendo hasta de la ropa, que está contaminada con la corrupcion de la carne [2].

24 En fin, al que es poderoso para conservaros sin pecado, y presentaros sin mácula y llenos de júbilo ante el trono de su gloria en la venida de nuestro Señor Jesu-Christo ;

25 al solo Dios Salvador nuestro, por Jesu-Christo nuestro Señor, sea dada la gloria y magnificencia, imperio y potestad antes de todos los siglos, y ahora, y por todos los siglos de los siglos. Amen.


  1. No deben corregirse todos los hereges ó pecadores de la misma manera. A unos se les ha de tratar con mucha dulzura para convertirlos; á otros, que son contumaces, con severidad, acompañada siempre de la mas sincera caridad. Pero siempre debemos evitar todo peligro de que se corrompa nuestra fé, y buenas costumbres, con el trato y familiaridad de los hombres malos é impíos. Puede tambien traducirse: A los ya convencidos, ó sentenciados, corregidlos con vigor; y á los otros ponedlos en salvo, etc.
  2. Hipérbole tomada del Levit. XV. v.4.
FIN DE LA EPÍSTOLA DE SAN JÚDAS.