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CAPÍTULO X.

hizo en el pais de Judea y en Jerusalem, al cual no obstante quitaron la vida colgándole en una cruz.

40 Pero Dios le resucitó al tercer dia, y dispuso que se dejase ver,

41 no de todo el pueblo, sino de los predestinados de Dios para testigos; de nosotros, que hemos comido y bebido con él, despues que resucitó de entre los muertos.

42 Y nos mandó que predicásemos y testificásemos al pueblo, que él es el que está por Dios constituido juez de vivos y de muertos.

43 Del mismo testifican todos los Profetas [1], que cualquiera que cree en él, recibe en virtud de su nombre la remision de los pecados.

44 Estando aun Pedro diciendo estas palabras, descendió el Espíritu santo sobre todos los que oian la plática.

45 Y los fieles circuncidados ó judíos que habian venido con Pedro, quedaron pasmados, al ver que la gracia del Espíritu santo se derramaba tambien sobre los gentiles ó incircuncisos.

46 Pues los oian hablar varias lenguas, y publicar las grandezas de Dios.

47 Entónces dijo Pedro: ¿Quién puede negar el agua del bautismo á los que, como nosotros, han recibido tambien al Espíritu santo?

48 Así que mandó bautizarlos en nombre y con el