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CAPÍTULO II.

Os escribo á vosotros, mozos, porque habeis vencido al maligno espíritu.

14 Os escribo á vosotros, niños, porque habeis conocido al Padre. A vosotros, jóvenes, os escribo, porque sois valerosos, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y vencísteis al maligno espíritu.

15 Ved pues lo que os escribo á todos: no querais amar al mundo [1], ni las cosas mundanas. Si alguno ama al mundo, no habita en él la caridad ó amor del Padre;

16 porque todo lo que hay en el mundo, es concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos, y soberbia ú orgullo de la vida: lo cual no nace del Padre, sino del mundo.

17 El mundo pasa, y pasa tambien con él su concupiscencia [2]. Mas el que hace la voluntad de Dios, permanece eternamente.

18 Hijitos mios, esta es ya la última hora ó edad del mundo [3]; y así como habeis oido que viene el Antechristo, así ahora muchos se han hecho Antechristos: por donde echamos de ver, que ya es la última hora.

19 De entre nosotros ó de la Iglesia han salido,


  1. Véase Mundo.
  2. O todos sus atractivos.
  3. Vários intérpretes creen que habla aquí san Juan de la ruina del pueblo judáico, destruccion de Jerusalem y su Templo, etc., todo como figura de la ruina universal del mundo. Véase cómo hablaba Jesu Christo, Matth. XXIV. v.24.—Joann. V. v.43.