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CAPÍTULO V.
18 Que si el justo á duras penas se salvará, ¿a donde irán el impío y el pecador [1]?
19 Por tanto, aquellos mismos que padecen por la voluntad de Dios, encomienden por medio de las buenas obras sus almas al Criador, el cual es fiel [2].
CAPÍTULO V.
Avisos saludables á los prelados de la Iglesia, y á los súbditos: encarga á los jóvenes la obediencia y la humildad, y exhorta á todos á velar contra las tentaciones del demonio.
1 Esto supuesto, á los presbyteros [3], que hay entre vosotros, suplico yo, vuestro compresbytero y testigo de la pasion de Christo, como tambien participante de su gloria [4], la cual se ha de manifestar á todos en lo porvenir [5];
2 que apacenteis la grey de Dios puesta a vuestro cargo, gobernándola y velando sobre ella, no precisados por la necesidad, sino con afectuosa voluntad que sea segun Dios; no por un sórdido interés, sino gratúitamente;