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CAPÍTULO II.

6 Por lo que dice la Escritura [1]; Mirad que yo voy á poner en Sion la principal piedra del ángulo, piedra selecta y preciosa; y cualquiera que por la fé se apoyáre sobre ella, no quedara confundido.

7 Así que para vosotros que creeis, sirve de honra; mas para los incrédulos, esta es la piedra que desecharon los fabricantes, y no obstante vino a ser la principal ó la punta del ángulo [2];

8 piedra de tropiezo, y piedra de escándalo para los que tropiezan en la palabra del Evangelio, y no creen en Christo, aun cuando fueron a esto destinados [3].

9 Vosotros al contrario sois el linage escogido, una clase de sacerdotes reyes, gente santa, pueblo de conquista [4]; para publicar las grandezas de aquel que os sacó de las tinieblas á su luz admirable.

10 Vosotros que antes no érais tan siquiera pue-


    mente sacerdotes, pues los santos deseos y buenas obras son otros tantos sacrificios espirituales que deben ofrecer á Dios por medio de Jesu-Christo sobre el altar de su corazon con el fuego de una ardiente caridad. Nótese que en el cánon de la misa se dice: Acardáos tambien, Señor, de todos los que están presentes, por los cuales os ofrecemos ó los cuales os ofrecen este sacrificio de alabanza, etc.

  1. Is. XXVIII. v.16.—Rom. IX. v.33.
  2. Psalm. CXVII. v.22.—Is. VIII. v.4.
  3. Es decir, llamados á la fé; pero abandonados á la incredulidad, por causa de su malicia y dureza de corazon.
  4. Rescatado á costa de la sangre de Jesu-Christo, y por la virtud de su gracia.