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CAPÍTULO VII.

se puso de su parte, y le vengó, matando al egypcio que le injuriaba.

25 Él estaba persuadido de que sus hermanos los israelitas conocerian que por su medio les habia de dar Dios libertad; mas ellos no lo entendieron.

26 Al dia siguiente se metió entre unos que reñian, y exhortábalos á la paz, diciendo: Hombres, vosotros sois hermanos, ¿pues por qué os maltratais uno al otro?

27 Mas aquel que hacia el agravio á su prójimo, le rempujó, diciendo: ¿Quién te ha puesto á tí por príncipe y juez sobre nosotros?

28 ¿Quieres tú por ventura matarme á mí, como mataste ayer al egypcio?

29 Al oir esto Moyses se ausentó; y retiróse á vivir como extrangero en el pais de Madian, donde tuvo dos hijos.

30 Cuarenta años despues se le apareció un ángel del Señor en el Desierto del monte Sina, entre las llamas de una zarza que ardia sin consumirse.

31 Maravillóse Moysés al ver aquel espectáculo; y acercándose á contemplarle, oyó la voz del Señor, que le decia:

32 Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob. Despavorido entónces Moysés, no osaba mirar lo que aquello era.

33 Pero el Señor le dijo: Quítate de los piés el calzado, porque el lugar en que estás, es una tierra santa.