tantes de Jerusalem: es tan evidente, que no podemos negarle.
17 Pero a fin de que no se divulgue mas en el pueblo, apercibámosles que de aquí en adelante no tomen en boca este nombre, ni hablen de él á persona viviente.
18 Por tanto llamándolos, les intimaron que por ningun caso hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesus [1].
19 Mas Pedro y Juan respondieron á esto, diciéndoles: Juzgad vosotros, si en la presencia de Dios, es justo el obedeceros á vosotros antes que á Dios;
20 porque nosotros no podemos ménos de hablar lo que hemos visto y oido.
21 Pero ellos con todo amenazándolos los despacharon, no hallando arbitrio para castigarlos, por temor del pueblo, porque todos celebraban este glorioso hecho;
22 pues el hombre en quien se habia obrado esta cura milagrosa, pasaba de cuarenta años.
23 Puestos ya en libertad, volvieron á los suyos, y les contaron cuantas cosas les habian dicho los principes de los sacerdotes y los Ancianos.
- ↑ ¡Cuán funestas son las consecuencias de entrar en un empeño á impulsos del ódio, de la envidia, ó de un amor desordenado! Es mas comun de lo que se piensa el hallarse el hombre en la terrible situacion ó estado en que nada puede oponer á la verdad, que se le presenta delante de los ojos, y con todo no tiene fuerza ó espíritu para ceder á ella, ó abrazarla.