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CAPÍTULO IX.
Cómo el Apóstol se privaba de hacer lo que podia lícitamente, por no desedificar á nadie; haciéndose todo para todos, y padeciendo mil trabajos, por ganar para Dios á todo el mundo.

1 ¿No tengo yo libertad? ¿no soy yo apóstol? ¿no he visto yo á Jesu-Christo Señor nuestro? ¿no sois vosotros obra mia en el Señor?

2 Lo cierto es que aun cuando para los otros no fuera apóstol, á lo menos lo seria para vosotros, siendo como sois el sello ó la patente de mi apostolado en el Señor [1]:

3 ved ahí mi respuesta á aquellos que se meten á examinar y sindicar mi conducta.

4 ¿Acaso no tenemos derecho de ser alimentados á expensas vuestras?

5 Por ventura ¿no tenemos tambien facultad de llevar en los viages alguna muger, hermana en Jesu-Christo, para que nos asista, como hacen los demas apóstoles, y los hermanos ó parientes del Señor, y el mismo Céphas ó Pedro?

6 ¿O solo yo, y Bernabé, no podemos hacer esto [2]?


  1. Porque vuestra admirable conversion, y los dones que habeis recibido del Espíritu santo, prueban auténticamente mi apostolado.
  2. ¿Sino que hemos de ganar el alimento con nuestras manos, y cuidar nosotros mismos de nuestra asistencia?