como yo mismo, esto es, célibes; mas cada uno tiene de Dios su propio don, quién de una manera, quién de otra.
8 Pero sí que digo á las personas no casadas y viudas: bueno les es si así permanecen, como tambien permanezco yo.
9 Mas si no tienen don de continencia, cásense. Pues mas vale casarse, que abrasarse [1].
10 Pero á las personas casadas, mando, no yo, sino el Señor, que la muger no se separe del marido:
11 que si se separa por justa causa, no pase á otras nupcias, ó bien reconcíliese con su marido. Ni tampoco el marido repudie á su muger [2].
12 Pero á los demas digo yo mi dictámen, no que el Señor lo mande. Si algun hermano tiene por muger á una infiel ó idólatra, y esta [3] consiente en habitar con él, no la repudie.
13 Y si alguna muger fiel ó cristiana tiene por marido á un infiel, y este consiente en habitar con ella, no abandone á su marido;
14 porque un marido infiel es santificado por la muger fiel, y la muger infiel santificada por el marido