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CAPÍTULO XIV.

redimirnos y adquirir un soberano dominio sobre vivos y muertos.

10 Ahora bien, ¿por qué tú que sigues todavía la Ley, condenas á tu hermano? ó ¿por qué tú que no la sigues, desprecias a tu hermano que aun la guarda? No le juzgues, porque todos hemos de comparecer ante el tribunal de Christo,

11 pues escrito está [1]: Yo juro por mi mismo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla; y que toda lengua ó nacion ha de confesar que soy Dios.

12 Así que cada uno de nosotros ha de dar cuenta á Dios de sí mismo.

13 No nos juzguemos pues ya mas unos á otros: pensad sí, y poned cuidado en no causar tropiezo ó escándalo al hermano.

14 Yo bien sé, y estoy seguro segun la doctrina de el Señor Jesus, que ninguna cosa es de suyo inmunda, sino que viene á ser inmunda para aquel que por tal la tiene.

15 Mas si por lo que comes, tu hermano se contrista y escandaliza, ya tu proceder no es conforme á caridad. No quieras por tu manjar perder á aquel por quien Christo murió.

16 No se dé pues ocasion á que se blasfeme de nuestro bien [2].

17 Que no consiste el reino de Dios en el comer,


  1. Is. XLV. v.24.
  2. Esto es, de nuestra fé en Jesu-Christo, ó de la libertad de la Ley de que gozamos.