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EPÍST. DE S. PABLO A LOS ROMANOS.

34 ¿Quién osara condenarlos? Despues que Jesu-Christo no solamente murió por nosotros, sino que tambien resucitó, y está sentado á la diestra de Dios, en donde asimismo intercede por nosotros.

35 ¿Quién pues podrá separarnos del amor de Christo? ¿será la tribulacíon? ¿ó la angustia? ¿ó la hambre? ¿ó la desnudez? ¿ó el riesgo? ¿o la persecucion? ¿ó el cuchillo?

36 (Segun está escrito [1]: Por tí ¡oh Señor! somos entregados cada dia en manos de la muerte: somos tratados como ovejas destinadas al matadero.)

37 Pero en medio de todas estas cosas triunfamos por virtud de aquel que nos amó.

38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni Principados, ni Virtudes, ni lo presente, ni lo venidero, ni la fuerza ó violencia:

39 ni todo lo que hay de mas alto, ni de mas profundo [2], ni otra ninguna criatura podrá jamás separarnos del amor de Dios, que se funda en Jesu-Christo nuestro Señor.


  1. Psalm. XLIII. v.23.
  2. Ni los honores, ni los desprecios.