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CAPÍTULO XXVIII.

mos á Rhegio; y al dia siguiente soplando el Sur, en dos dias nos pusimos en Puzol,

14 donde habiendo encontrado hermanos en Christo, nos instaron á que nos detuviésemos con ellos siete dias; despues de los cuales nos dirigimos á Roma.

15 Sabiendo nuestra venida los hermanos de esta ciudad, salieron á recibirnos hasta el pueblo llamado Foro Apio, y otros á Tres-Tabernas. A los cuales habiendo visto Pablo, dió gracias á Dios, y cobró grande ánimo.

16 Llegados á Roma, se le permitió á Pablo el estar de por sí en una casa con un soldado de guardia [1].

17 Pasados tres dias pidió á los principales de entre los judíos que fuesen á verle. Luego que se juntaron, les dijo: Yo, hermanos mios, sin haber hecho nada contra el pueblo, ni contra las tradiciones de nuestros padres, fui preso en Jerusalem y entregado en manos de los romanos,

18 los cuales despues que me hicieron los interrogatorios, quisieron ponerme en libertad, visto que no hallaban en mí causa de muerte.

19 Mas oponiéndose los judíos, me ví obligado á apelar á César; pero no con el fin de acusar en cosa alguna á los de mi nacion.

20 Por este motivo pues he procurado veros y hablaros, para que sepais que por la esperanza de Israél me veo atado con esta cadena [2].


  1. Que solia estar atado por medio de una larga cadena con el prisionero á quien guardaba.
  2. Por haber predicado la resurreccion de los muertos en