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CAPÍTULO XXIII.

Nada de malo hallamos en este hombre: ¿quien sabe si le habló algun espíritu ó ángel?

10 Y enardeciéndose mas la discordia, temeroso el tribuno que despedazasen á Pablo, mandó bajar á los soldados, para que le quitasen de en medio de ellos, y le condujesen á la fortaleza.

11 A la noche siguiente se le apareció el Señor, y le dijo: Pablo, buen ánimo: así como has dado testimonio de mí en Jerusalem, así conviene tambien que le des en Roma.

12 Venido el dia se juntaron algunos judíos, é hicieron voto con juramento é imprecacion, de no comer ni beber hasta haber matado á Pablo.

13 Eran mas de cuarenta hombres los que se habian así conjurado;

14 los cuales se presentaron á los príncipes de los sacerdotes, y á los Ancianos, y dijeron: Nosotros nos hemos obligado con voto y grandes imprecaciones, á no probar bocado hasta que matemos á Pablo.

15 Ahora pues no teneis mas que avisar al tribuno de parte del synedrio, pidiéndole que haga conducir mañana [1] á Pablo delante de vosotros, como que teneis que averiguar de él alguna cosa con mas certeza. Nosotros de nuestra parte estaremos prevenidos para matarle antes que llegue.

16 Mas como un hijo de la hermana de Pablo entendiese la trama, fue, y entró en la fortaleza, y dió aviso á Pablo.


  1. Así lo dice el texto griego.