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CAPÍTULO XIII.

45 El reino de los cielos es asimismo semejante á un mercader, que trata en perlas finas.

46 Y viniéndole a las manos una de gran valor, va, y vende todo cuanto tiene, y la compra.

47 Tambien es semejante el reino de los cielos á una red barredera, que echada en el mar allega todo género de peces:

48 la cual, en estando llena, sácanla los pescadores y sentados en la orilla, van escogiendo los buenos y los meten en sus cestos, y arrojan los de mala calidad.

49 Así sucederá al fin del siglo: saldrán los ángeles, y separarán á los malos de entre los justos,

50 y arrojarlos han en el homo de fuego: allí será el llanto y el crujir de dientes.

51 ¿Habeis entendido bien todas estas cosas? Sí, Señor, le respondieron.

52 Y él añadió: Por eso todo doctor, bien instruido en lo que mira al reino de los cielos, es semejante á un padre de familias, que va sacando de su repuesto cosas nuevas y cosas antiguas, segun conviene.

53 Concluido que hubo Jesus estas parábolas, partió de allí [1].

54 Y pasando á su patria, se puso á enseñar en las synagogas de sus naturales, de tal manera que no cesaban de maravillarse, y se decian: ¿De donde le ha venido á este tal sabiduría, y tales milagros?


  1. Esto es, de Capharnaum á Nazareth, donde se crió.