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CAPÍTULO XII.

Beelzebúb, vuestros [1] hijos ¿en que nombre los echan? Por tanto esos mismos serán vuestros jueces.

28 Mas si yo echo los demonios en virtud del espíritu de Dios, síguese por cierto, que ya el reino de Dios ó el Mesías ha llegado á vosotros.

29 O si no, decidme: ¿como es posible que uno éntre en casa de algun hombre valiente, y le robe sus bienes, si primero no ata bien al valiente? entónces podrá saquearle la casa.

30 El que no está por mí, contra mi está; y el que conmigo no recoge, desparrama.

31 Por lo cual os declaro: Que cualquier pecado y qualquier blasfemia se perdonará á los hombres; pero la blasfemia contra el Espíritu de Dios no se perdonará tan fácilmente.

32 Asimismo á cualquiera que habláre contra el Hijo del hombre [2], se le perdonará; pero á quien habláre contra el Espíritu santo, despreciando su gracia, no se le perdonará ni en esta vida, ni en la otra [3].

33 O bien decid que el árbol es bueno, y bueno su fruto; ó si teneis el árbol por malo, tened tambien por malo su fruto: ya que por el fruto se conoce la calidad del árbol.

34 ¡Oh raza de víboras! ¿cómo es posible que vosotros hableis cosa buena, siendo, como sois, ma-


  1. Vuestros exorcistas ó tambien mis discípulos.
  2. Porque en esta blasfemia tiene mucha parte la ignorancia.
  3. A no ser por un gran milagro de Dios; pues él mismo rechaza de si la gracia del Espíritu santo.