17 Con lo cual se cumplió la profecía de Isaias, que dice [1]:
18 Ved ahí el siervo mio, á quien yo tengo elegido; el amado mio, en quien mi alma se ha complacido plenamente. Pondré sobre él mi espíritu, y anunciará la justicia a las naciones.
19 No contenderá con nadie, no voceará, ni oirá ninguno su voz ó gritar en las plazas:
20 no quebrara la caña cascada, ni acabara de apagar la mecha que aun humea, hasta que haga triunfar la justicia de su causa:
21 y en su nombre pondrán las naciones su esperanza.
— 22 Fuele á la sazon traido un endemoniado [2], ciego y mudo, y le curó, de modo que desde luego comenzó a hablar y ver.
23 Con lo que todo el pueblo quedó asombrado, y decia: ¿Es este tal vez el Hijo de David, el Mesías?
24 Pero los Fariseos oyéndolo, decian: Este no lanza los demonios sino por obra de Beelzebúb, príncipe de los demonios.
25 Entonces Jesus penetrando sus pensamientos, díjoles: Todo reino dividido en facciones contrarias, será desolado; y cualquiera ciudad, ó casa dividida en bandos, no subsistirá.
26 Y si Satanás echa fuera á Satanás, es contrario á sí mismo: ¿cómo pues ha de subsistir su reino?
27 Que si yo lanzo los demonios en nombre de
- ↑ Is. XLII v. l.
- ↑ Véase Endemoniados.