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CAPÍTULO XX.

8 Entónces el otro discípulo, que habia llegado primero al sepulcro, entró tambien; y vió, y creyó que efectivamente le habían quitado;

9 porque aun no habian entendido de la Escritura [1], que Jesus habia de resucitar de entre los muertos.

10 Con esto los discípulos se volvieron otra vez á casa.

11 Entre tanto María Magdalena estaba fuera llorando, cerca del sepulcro. Con las lágrimas pues en los ojos, se inclinó á mirar al sepulcro;

12 y vió á dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno á la cabecera y otro á los pies, donde estuvo colocado el cuerpo de Jesus [2].

13 Dijéronle ellos: Muger, ¿por que lloras? Respondióles: Porque se han llevado de aqui á mí Señor; y no sé dónde le han puesto.

14 Dicho esto, volviéndose ácia atras, vió á Jesus en pié; mas no conocia que fuese Jesus.

15 Dícele Jesus: Muger, ¿por que lloras? ¿á quién buscas? Ella suponiendo que seria el hortelano, le dice: Señor, si tú le has quitado, dime dónde le pusiste, y yo me le llevaré.

16 Dícele Jesus: María. Volvióse ella al instante y le dijo: ¡Rabboni! que quiere decir, Maestro mio.

17 Dícele Jesus: No me toques [3], porque no he


  1. Psalm. XV. v.9, 10.
  2. Véase Sepulcro.
  3. No te detengas en adorarme: tiempo tendras.