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CAPÍTULO XIX.

piernas del primero, y del otro que habia sido crucificado con él.

33 Mas al llegar á Jesus, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas,

34 sino que uno de los soldados con la lanza le abrió el costado, y al instante salió sangre y agua.

35 Y quien lo vió, es el que lo asegura, y su testimonio es verdadero. Y él sabe que dice la verdad, y la atestigua para que vosotros tambien creais.

36 Pues estas cosas sucedieron, en cumplimiento de la Escritura [1]: No le quebraréis ni un hueso.

37 Y del otro lugar de la Escritura que dice: Dirigirán sus ojos ácia aquel á quien traspasaron.

38 Despues de esto Joseph natural de Arimathea, (que era discípulo de Jesus, bien que oculto por miedo de los judíos) pidió licencia á Pilato para recoger el cuerpo de Jesus; y Pilato se lo permitió. Con eso vino, y se llevó el cuerpo de Jesus.

39 Vino tambien Nicodemo, aquel mismo que en otra ocasion habia ido de noche á encontrar á Jesus, trayendo consigo una confeccion de myrrha, y de aloe [2], cosa de cien libras.

40 Tomaron pues el cuerpo de Jesus, y bañado en las especies aromáticas, le amortajaron con lienzos, segun la costumbre de sepultar de los judíos.