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43 Dicho esto, gritó con voz muy alta o sonora: Lázaro, sal á fuera.

44 Y al instante el que habia muerto, salió fuera, ligado de pies y manos con fajas, y tapado el rostro con un sudario. Díjoles Jesus: Desatadle, y dejadle ir.

45 Con eso muchos de los judíos que habian venido á visitar á María y á Martha, y vieron lo que Jesus hizo, creyeron en él.

46 Mas algunos de ellos se fueron á los Fariseos, y les contaron las cosas que Jesus habia hecho.

47 Entonces los pontífices y Fariseos juntaron consejo, y dijeron: ¿Qué hacemos? este hombre hace muchos milagros.

48 Si le dejamos así, todos creerán en el; y vendrán los romanos, y arruinarán nuestra ciudad, y la nacion.

49 En esto uno de ellos llamado Caiphás, que era el Sumo pontífice de aquel año, les dijo: Vosotros no entendeis nada en esto,

50 ni reflexionais que os conviene el que muera un solo hombre por el bien del pueblo, y no perezca toda la nacion.

51 Mas esto no lo dijo de propio movimiento, sino que, como era el Sumo pontífice en aquel año, sirvió de instrumento a Dios, y profetízó [1], que Jesus había de morir por la nacion,

52 y no solamente por la nacion judáica, sino


  1. Véase Profeta.