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SAN JUAN.

Jesus, viéndole, postróse á sus pies, y díjole: Señor, si hubieses estado aquí, no habria muerto mi hermano.

33 Jesus, al verla llorar, y llorar tambien los judíos que habian venido con ella, estremecióse en su alma, y conturbóse á sí mismo,

34 y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Ven, Señor, le dijeron, y lo verás.

35 Entónces a Jesus se le arrasaron los ojos en lágrimas.

36 En vista de lo cual dijeron los judíos: Mirad como le amaba.

37 Mas algunos de ellos dijeron: Pues este, que abrió los ojos de un ciego de nacimiento, ¿no podia hacer que Lázaro no muriese?

38 Finalmente prorumpiendo Jesus en nuevos sollozos, que le salian del corazon, vino al sepulcro, que era una gruta cerrada con una gran piedra.

39 Dijo Jesus: Quitad la piedra. Martha, hermana del difunto, le respondió: Señor, mira que ya hiede, pues hace ya cuatro dias que esta ahi.

40 Díjole Jesus: ¿No le he dicho que si creyeres, verás la gloria de Dios?

41 Quitaron pues la piedra, y Jesus levantando los ojos al Cielo, dijo: ¡Oh Padre! gracias te doy porque me has oido:

42 bien es verdad que yo ya sabia que siempre me oyes, mas lo he dicho por razon de este pueblo que está al rededor de mí; con el fin de que crean que tú eres el que me has enviado.