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CAPÍTULO IX.

7 y díjole: Anda, y lávate en la piscina de Siloé (palabra que significa el Enviado). Fuése pues, y lavóse allí, y volvió con vista.

8 Por lo cual los vecinos, y los que antes le habian visto pedir limosna, decian: ¿No es este aquel que sentado allá, pedia limosna? Este es, respondian algunos.

9 Y otros decian: No es él, sino alguno que se le parece. Pero él decia: Sí que soy yo.

10 Le preguntaban pues: ¿Cómo se te han abierto los ojos?

11 Respondió: Aquel hombre que se llama Jesus, hizo un poquito de lodo, y le aplicó á mis ojos, y me dijo: Vé á la piscina de Siloé, y lávate allí. Yo fuí, me lavé, y veo.

12 Preguntáronle: ¿Dónde está ese? Respondio: No lo sé.

13 Llevaron pues á los Fariseos al que antes estaba ciego.

14 Es de advertir que cuando Jesus formó el lodo, y le abrió los ojos, era dia de sábado.

15 Nuevamente, pues, los Fariseos le preguntaban tambien, cómo habia logrado la vista. Él les respondió: Puso lodo sobre mis ojos, me lavé, y veo.

16 Sobre lo que decian algunos de los Fariseos: No es enviado de Dios este hombre, pues no guarda el sábado. Otros empero decian: ¿Cómo un hombre pecador puede hacer tales milagros? Y habia disension entre ellos.

17 Dicen pues otra vez al ciego: Y tú ¿que dices