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CAPÍTULO VIII.

48 A esto respondieron los judíos diciéndole: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres un samaritano, y que estás endemoniado?

49 Jesus les respondió: Yo no estoy poseído del demonio; sino que honro á mi Padre, y vosotros me habeis deshonrado á mí.

50 Pero yo no busco mi gloria: otro hay que la promueve, y él me vindicará.

51 En verdad, en verdad os digo, que quien observáre mi doctrina, no morirá para siempre.

52 Dijeron los judíos: Ahora acabamos de conocer que estás poseido de algun demonio. Abraham murió, y murieron tambien los Profetas, y tú dices: Quien observáre mí doctrina, no morirá eternamente.

53 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió; y que los Profetas, que asimismo murieron? Tú ¿por quien te tienes?

54 Respondió Jesus: Si yo me glorifico á mí mismo, mi gloria, diréis, no vale nada; pero es mi Padre el que me giorifica, aquel que decís vosotros que es vuestro Dios:

55 vosotros empero no le habeis conocido: yo si que le conozco. Y si dijere que no le conozco, seria como vosotros un mentiroso. Pero le conozco bien, y observo sus palabras.

56 Abraham vuestro padre ardió en deseos de ver este dia mio [1]: vióle, y se llenó de gozo.


  1. O el tiempo de mi venida. Y le vió con los ojos de la fé. Hebr. XI. v.13.