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CAPÍTULO VI.

49 Vuestros padres comieron el maná en el Desierto, y murieron.

50 Mas este es el pan que desciende del cielo, á fin de que quien comiere de él, no muera.

51 Yo soy el pan vivo, que he descendido del cielo.

52 Quien comiere de este pan, vivirá eternamente; y el pan que yo daré, es mi misma carne, la cual daré yo para la vida ó salvacion del mundo.

53 Comenzaron entónces los judíos á altercar unos con otros, diciendo: ¿Cómo puede este darnos á comer su carne?

54 Jesus empero les dijo: En verdad, en verdad os digo, que si no comiéreis la carne del Hijo del hombre, y no bebiéreis su sangre, no tendréis vida en vosotros.

55 Quien come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el último dia.

56 Porque mi carne verdaderamente es comida; y mi sangre, es verdaderamente bebida.

57 Quien come mi carne, y bebe mi sangre, en mí mora, y yo en él [1].

58 Así como el Padre que me ha enviado, vive, y yo vivo por el Padre; así quien me come, tambien él vivirá por mí, y de mi propia vida.

59 Este es el pan que ha bajado del cielo. No sucederá como á vuestros padres, que comieron el ma-


  1. Al modo que el alimento queda en el que le toma, y se convierte en su substancia; así Christo se hace espíritualmente casi una misma cosa con el que le recibe.