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SAN JUAN.

36 En esta cosecha evangélica, aquel que siega, recibe su jornal, y recoge frutos para la vida eterna; á fin de que igualmente se gozen así el que siembra, como el que siega.

37 Y en esta ocasion se verifica aquel refran: Uno es el que siembra, y otro el que siega [1].

38 Yo os he enviado á vosotros a segar lo que no labrásteis: otros hicieron la labranza, y vosotros habeis entrado en sus labores.

39 El hecho fue que muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en él, por las palabras de la muger, que aseguraba: Me ha dicho todo cuanto yo hice.

40 Y venidos á él los samaritanos, le rogaron que se quedase allí. En efecto se detuvo dos dias en aquella ciudad.

41 Con lo que fueron muchos mas los que creyeron en el, por haber oido sus discursos.

42 Y decian á la muger: Ya no creemos por lo que tú has dicho; pues nosotros mismos le hemos oido, y hemos conocido que este es verdaderamente el Salvador del mundo.

43 Pasados pues dos dias salió de allí; y prosiguió su viage á Galilea.

44 Porque el mismo Jesus habia atestiguado que


  1. Sembraron los Patriarcas y Profetas, disponiendo los hombres á recibir al Mesías, y vosotros recogeréís la cosecha.