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CAPÍTULO XIX.

24 Por lo que dijo á los asistentes: Quitadle el marco, y dádsele al que, tiene diez marcos.

25 Replicáronle: Señor, que tiene ya diez marcos.

26 Yo os declaro, respondió Jesus, que á todo aquel que tiene, dársele ha, y se hará rico; pero al que no tiene, aun lo que parece que tiene, se le ha de quitar.

27 Pero en órden á aquellos enemigos mios, que no me han querido por rey, conducidlos acá, y quitadles la vida en mi presencia.

28 Despues de haber dicho Jesus estas cosas, prosiguió su viage á Jerusalem, e iba él delante de todos.

29 Y estando cerca de Bethphage y de Bethania, junto al Monte llamado de los olivos, despachó á dos de sus discípulos,

30 diciéndoles: Id á esa aldea de enfrente, donde al entrar hallaréis un pollino atado, en que ningun hombre ha montado jamás: desatadle, y traedle.

31 Que si alguno os preguntáre: ¿Porqué le desatais? le diréis así: Porque el Señor le ha menester.

32 Fueron pues los enviados; y hallaron el pollino, de la misma manera que les habia dicho.

33 En el acto de desatarle, les dijeron los dueños de él: ¿Por que desatais ese pollino?

34 A lo que respondieron ellos: Porque le ha menester el Señor.

35 Condujéronle pues á Jesus. Y echando las ropas de ellos sobre el pollino, le hicieron montar encima