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CAPÍTULO XIII.

3 Os aseguro que no: y entended que si vosotros no hiciéreis penitencia, todos pereceréis igualmente.

4 Como tambien, aquellos diez y ocho hombres, sobre los cuales cayó la torre de Siloé, y los mató: ¿pensais que fuesen los mas culpados de todos los moradores de Jerusalem?

5 Os digo que no; mas si vosotros no hiciéreis penitencia, todos pereceréis igualmente.

6 Y añadióles esta parábola: Un hombre tenia plantada una higuera en su viña, y vino á ella en busca de fruto, y no le halló.

7 Por lo que dijo al viñador: Ya ves que hace tres años seguidos que vengo á buscar fruto en esta higuera, y no le hallo: córtala pues; ¿para que ha de ocupar terreno en balde?

8 Pero él respondió: Señor, déjala todavia este año, y cavaré al rededor de ella, y le echaré estiércol,

9 á ver si así dará fruto: cuando no, entónces la harás cortar.

10 Enseñando Jesus un dia de sábado en la synagoga,

11 hé aqui que Vino allí una muger, que por espacio de diez y ocho años padecía una enfermedad causada de un maligno espíritu; y andaba encorvada, sin poder mirar poco ni mucho ácia arriba.

12 Como la viese Jesus, llamóla á sí, y le dijo: Muger, libre quedas de tu achaque.

13 Puso sobre ella las manos, y enderezóse al momento, y daba gracias y alabanzas á Dios.

14 El gefe de la synagoga, indignado de que Jesus