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CAPÍTULO III.

9 La segur está ya puesta á la raiz de los árboles. Así que, todo árbol que no da buen fruto, será cortado, y arrojado al fuego.

10 Y preguntándole las gentes: ¿Qué es lo que debemos pues hacer?

11 Les respondia, diciendo: El que tiene dos vestidos, dé al que no tiene ninguno; y haga otro tanto el que tiene que comer.

12 Vinieron asimismo publicanos á ser bautizados, y le dijeron: Maestro, y nosotros ¿qué debemos hacer para salvarnos

13 Respondióles: No exijais mas de lo que os está ordenado.

14 Preguntábanle tambien los soldados: ¿Y nosotros qué haremos? A estos dijo: No hagais extorsiones á nadie, ni useis de fraude, y contentáos con vuestras pagas.

15 Mas opinando el pueblo que quizá Juan era el Christo ó Mesías, y prevaleciendo esta opinion en los corazones de todos;

16 Juan la rebatió, diciendo públicamente: Yo en verdad os bautizo con agua, á fin de excitaros á la penitencia; pero está para venir otro mas poderoso que yo, al cual no soy yo digno de desatar la correa de sus zapatos: él os bautizará con el Espíritu santo, y con el fuego de la caridad.

17 Tomará en su mano el bieldo, y limpiará su era, metiendo despues el trigo en su granero, y quemando la paja ó broza en un fuego inextinguible.