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CAPÍTULO XIV.

51 Pero cierto mancebo le iba siguiendo envuelto solamente con una sábana ó lienzo [1] sobre sus carnes; y los soldados le cogieron.

52 Mas él soltando la sabana, desnudo se escapó de ellos.

53 Jesus fue conducido á casa del Sumo sacerdote, donde se juntaron todos los principales sacerdotes, y los Escribas, y los Ancianos.

54 Pedro como quiera le fue siguiendo á lo lejos, hasta dentro del palacio del Sumo sacerdote, donde se sentó al fuego con los criados, y estaba calentándose.

55 Mientras tanto los príncipes de los sacerdotes, con todo el concilio, andaban buscando contra Jesus algun testimonio, para condenarle á muerte, y no le hallaban.

56 Porque dado que muchos atestiguaban falsamente contra él, los tales testimonios no estaban acordes, ni eran suficientes para condenarle á muerte.

57 Comparecieron en fin algunos que alegaban contra él este falso testimonio:

58 Nosotros le oimos decir: Yo destruiré este Templo hecho de mano de los hombres, y en tres dias fabricaré otro sin obra de mano alguna.

59 Pero tampoco en este testimonio estaban acordes.

60 Entónces el Sumo sacerdote, levantándose en medio del congreso, interrogó á Jesus, diciéndole: ¿No respondes nada a los cargos que te hacen estos?


  1. Véase Sábana.