34 Y curó á muchas personas afligidas de varias dolencias, y lanzó á muchos demonios, sin permitirles decir que sabian quién era.
35 Por la mañana muy de madrugada salió fuera á un lugar solitario, y hacia allí oracion.
36 Pero Simon y los que estaban con el, fueron en su seguimiento.
37 Y habiéndole hallado, le dijeron: Todos te andan buscando.
38 A lo cual respondió: Vamos á las aldeas y ciudades vecinas, para predicar yo tambien en ellas el Evangelio, porque para eso he venido.
39 Iba pues Jesus predicando en sus synagogas, y por toda la Galilea, y expelia los demonios.
40 Vino tambien á él un leproso á pedirle favor; é hincándose de rodillas, le dijo: Si tu quieres, puedes curarme.
41 Jesus compadeciéndose de el, extendió la mano, y tocándole, le dice: Quiero; sé curado.
42 Y acabando de decir esto, al instante desapareció de el la lepra, y quedó curado.
43 Y Jesus le despachó luego, conminándole,
44 y diciéndole: Mira que no lo digas á nadie; pero vé, y preséntate al príncipe de los sacerdotes, y ofrece por tu curacion lo que tiene Moysés ordenado, para que esto les sirva de testimonio [1].
45 Mas aquel hombre, así que se fue, comenzó á
- ↑ De mi poder, y de mi observancia de la Ley. Lev. XIV. v. 2.