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CAPÍTULO I.

24 diciendo: ¿Qué tenemos nosotros que ver contigo? ¡Oh Jesus nazareno! ¿has venido á perdernos? ya se quien eres, eres el Santo de Dios.

25 Mas Jesus [1] le conminó, diciendo: Enmudece, y sal de ese hombre.

26 Entonces el espíritu inmundo, agitándole con violentas convulsiones [2], y dando grandes alaridos, salió de él.

27 Y quedaron todos atónitos, tanto que se preguntaban unos á otros: ¿Qué es esto? ¿qué nueva doctrina es esta? El manda con imperio aun á los espíritus inmundos, y le obedecen.

28 Con esto creció luego su fama por toda la Galilea.

29 Así que salieron de la synagoga, fueron con Santiago y J uan á casa de Simon y de Andres.

30 Hallábase la suegra de Simon en cama con calentura, y habláronle luego de ella.

31 Y acercándose, la tomó por la mano, y la levantó; y al instante le dejó la calentura, y se puso á servirles.

32 Por la tarde puesto ya el sol, le traían todos los enfermos, y endemoniados;

33 y toda la ciudad se habia juntado delante de la puerta.


  1. Que no queria que el padre de la mentira publicára esta verdad, solo conocida del demonio por conjeturas.
  2. La palabra σπαραγμός, de la cual viene espasmo, significa convulsion.