2 A este tiempo se sintió un gran terremoto, porque bajó del cielo un ángel del Señor; y llegándose al sepulcro removió la piedra, y sentóse encima.
3 Su semblante brillaba como el relámpago, y era su vestidura blanca como la nieve.
4 De lo cual quedaron los guardas tan aterrados, que estaban como muertos.
5 Mas el ángel, dirigiéndose á las mugeres, les dijo: Vosotras no teneis que temer; que bien sé que venís en busca de Jesus, que fue crucificado:
6 ya no está aquí, porque ha resucitado, segun predijo. Venid, y mirad el lugar donde estaba sepultado el Señor.
7 Y ahora id sin deteneros á decir á sus discípulos que ha resucitado; y hé aquí que va delante de vosotros á Galilea: allí le veréis: ya os lo prevengo de antemano.
8 Ellas salieron al instante del sepulcro con miedo y con gozo grande, y fueron corriendo á dar la nueva á los discípulos.
9 Cuando hé aquí que Jesus les sale al encuentro, diciendo: Dios os guarde; y acercándose ellas, postradas en tierra, abrazaron sus pies, y le adoraron.
10 Entonces Jesus les dice: No temais: id, avisad á mis hermanos para que vayan á Galilea, que alli me verán.
11 Mientras ellas iban, algunos de los guardas vinieron á la ciudad, y contaron á los príncipes de los sacerdotes todo lo que habia pasado.
12 Y congregados estos con los Ancianos, teniendo