sas é italianas; y en vista del justo y general aplauso con que se lee en toda Italia, y aun fuera de ella, la versión del citado arzobispo de Florencia señor Martini, de su mérito intrínseco, y sobre todo de los elogios que mereció del sumo pontífice Pio VI, resolví tomarla por modelo, á fin de poder escudar con ella mi débil ó ninguna autoridad, contra los que por ignorancia, ó por malicia, me quisiesen acusar de no ceñirme en todo á la letra del original.
He acudido también para mi empresa á las obras castellanas de nuestros sabios y piadosos escritores del siglo décimosexto, que con razón suele llamarse el siglo de oro de nuestra literatura, en las cuales se halla traducida la mayor parte de los Libros sagrados. Con la idea que concebí al principio de formar una versión castellana de la Biblia, que fuese, casi toda ella, obra de aquellos varones eminentes en virtud y sabiduría, que veneramos como maestros, no solamente en las ciencias sagradas, sino aun en la perfección de nuestro idioma, fui re-