—Amigas de la Esposa. ¡Oh hermosa princesa, y cOn qué gracia andan esos tus pies colocados en tan rico calzado! Las junturas de tus muslos son como goznes, ó charnelas, labrados de mano maestra.
2 Es ese tu seno cual taza hecha a torno, que nunca está exhausta de preciosos licores. Tu vientre como montoncito de trigo, cercado de azucenas.
3 Como dos cervatillos mellizos son tus dos pechos.
4 Es tu cuello terso y blanco como torre de marfil. Tus ojos son como los cristalinos estanques de Hesebon, situados en la puerta mas concurrida de las gentes. La nariz tuya tan bien formada como la graciosa torre del Líbano, que mira frente por frente de Damasco.
5 Elevada y magestuosa es tu cabeza, como el Carmelo; y los cabellos de ella, como púrpura de rey puesta en flecos.
6 ¡Cuán bella y agraciada eres, oh amabilísima y deliciosísima princesa!
7 Parecido es tu talle á la gallardía de la palma, y tus pechos á los hermosos racimos.
8 Una de las amigas. Yo digo: Subiré á este palmero y cogeré sus frutos, y serán para mí tus pechos como racimos de uvas [1]; y el olor de tu boca, como de manzanas:
- ↑ En la Palestina, y aun en otras partes, solían enredar las vides con palmeros; como en varias provincias de España las enredan con los olmos ú otros árboles, para que estén mas expuestas al sol y libres de humedad, etc. A los racimos, pues, colgados de una vid asida á una palma, ase-