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CAPÍTULO V.

lando; y hé aquí la voz de mi amado, que llama, y dice: Abreme, hermana mia, amiga mia, paloma mia, mi inmaculada y purísima: porque está llena de rocío mi cabeza, y del relente de la noche mis cabellos.

3 Y respondíle: Válgame Dios, esposo mio, si ya me despojé de mi túnica, ¿me la he de volver á poner? Lavé mis piés, ¿y me los he de volver á ensuciar?

4 Entónces mi amado metió su mano por la ventanilla [1] de la puerta probando si la abriria, y á este ruido [2] que hizo, se conmovió mi corazon.


    cuando su Esposo llamó á la puerta, y se volvió á ir, etc. Véase el Maestro Leon.

  1. El señor Goguet en su obra L'origine des lois, etc, tomo 4. lib. 2. fel. 31. observa que es muy difícil ahora concebir y explicar las varias maneras con que, segun se ve en Homero, se cerraban y abrían antiguamente las puertas. Se infiere, sí, claramente que las cerraduras y llaves de que se servían los griegos, no se semejaban en nada á las nuestras; aunque no es fácil tampoco comprender el juego ó mecanismo de los instrumentos de que usaban para cerrar ó abrir. Se conjetura que habia por dentro de la puerta una especie de barra ó cerrojo, que se podia aflojar ó levantar por medio de una correa; y que las llaves que servían á esta maniobra, estaban hechas á manera de corchete ó garabato: siendo como un liston ó hilo de cobre bastante largo en forma de hoz de segar, con un mango de marfil ó de madera. En la puerta habria un agujero que venia á caer sobre el cerrojo; y por este agujero se introducia la llave; se asia por medio de ella la correa que estaba cosida ú atada al cerrojo, se la levantaba, y se abria así la puerta.
  2. Las palabras de la Vulgata ad lactum ejus, no se hallan en el texto hebreo ni en los Setenta.