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6 pero mi esposo pondrá su mano izquierda debajo de mi cabeza, y con su diestra me abrazará [1].

7 Esposo. Oh hijas de Jerusalem, os conjuro por las ligeras corzas y ciervos de los campos, que no desperteis, ni quiteis el sueño á mi amada, hasta que ella quiera [2].

§. II. La Iglesia siempre atenta á la voz de Jesu-Christo. y deseosa de agradarle. Cómo Jesu-Christo procura conservar en ella los frutos de su gracia.

8 Esposa [3]. Paréceme que oigo la voz de mi amado. Vedle cómo viene saltando por los montes, y brincando por los collados.

9 Al ligero gamo y al cervatillo se parece mi amado. Vedle ya, cómo se pone detras de la pared nuestra, cómo mira por las ventanas, cómo está atisbando por las celosías.

10 Hé aquí que me habla mi amado y dice: Levántate, apresúrate amiga mia, paloma mia, hermosa mia, y vente al campo;

11 pues pasó ya el invierno, disipáronse y cesaron las lluvias;


  1. Una alma herida del divino amor no halla consuelo ni remedio sino en su esposo celestial Jesu-Christo. Por la izquierda puede entenderse la divina gracia, con que la sostiene entre las tribulaciones de esta vida; y por la derecha la felicidad eterna, ó el abrazo que le dará Jesu-Christo al recibirla en su seno.
  2. El señor Bossuet pone fin aquí al primer dia de las bodas, de los siete que duraban las fiestas.
  3. Se figura aquí á la Esposa que cuenta lo que le pasó entre sueños en el primer dia de las bodas.