verde, polainas, y gorra colorada con visera de charol, de que les vino el mote de botellas lacradas. El armamento de la Milicia Nacional era carabina Berdan. Sólo los batallones de la Latina usaban Remington.
Por lo que vi y por lo que me contaron puedo fijar la situación de las fuerzas republicanas. Los batallones de Antón Martín, mandados por Ponce de León y Clemente Gutiérrez, ocuparon el teatro de Variedades, calle de la Magdalena; los voluntarios de la Latina, uno de cuyos jefes era Antonio Castañé, ocupaban el teatro de Novedades y los puntos estratégicos de las plazas de la Cebada y Progreso. En las Milicias de los barrios del Sur eran escasos los uniformes; casi todos los combatientes iban de paisano, sin otro distintivo que la gorra colorada... La Red de San Luis y la plaza de Santo Domingo estaban guarnecidas por fuertes núcleos de las Milicias republicanas, y pueblo armado de escopetas y trabucos. Varios edificios de las calles Mayor y Alcalá, como el Ministerio de Hacienda y el Depósito Hidrográfico, escondían retenes de guardias de Orden Público. En las Salesas situó Estévanez bastante fuerza, al mando de Enrique Faura, si no recuerdo mal. Lo mismo hizo en las dos estaciones del ferrocarril, dejando una considerable reserva en la Plaza Mayor.
Los Milicianos monárquicos, que eran más de cuatro mil hombres, se hallaban reunidos desde primera hora de la mañana en las inmediaciones de la Plaza de Toros Vieja, a la