las fuerzas centralistas se retiraron a la madrugada.
Y ya que nombro a Santa Lucía, diré que fui a la casa donde cené con la Madre en aquella calurosa noche de Agosto, inolvidable para mí porque en ella me inoculó Doña Geografía, con sus acerbas prohibiciones, la pasión de ánimo que me tuvo medio loco y medio muerto durante más de un mes. La freidora de pescado estaba en su sitio; pero en la casa me dijeron que Doña Mariana había cambiado de residencia y no sabían su paradero.
Sigo pasando ante tu vista, lector discreto, una cinta histórica de menguado interés: iniciativas abortadas, hazañas ilusorias, planes muertos apenas concebidos. Salió Contreras en busca de Martínez Campos, con grande aparato de fuerzas de tropa y Milicias, cañones Krupp, Ingenieros, Caballería, Sanidad Militar, pertrechos de guerra y boca, y demonios coronados. Los dos Ejércitos no se encontraron o no quisieron encontrarse.
Las piezas Krupp de una parte y otra hicieron fuego a larga distancia sin causarse daño de consideración. En el campo cantonal, un caballo fue herido en la boca por un casco de proyectil, avería tan leve que el animal no tardó en curarse; otro casco perforó el parche de un tambor, y un soldado recibió contusiones que apenas merecieron auxilios caseros de la Sanidad. Mejor hubiera sido que me dejara yo en el tintero estas vanas correrías. Conste que las saco sin otra