coyunturas o acopios de su viejo maderamen. La estancia donde moraba Mariclío era grande, limpia, con jalbegue reciente y muebles primitivos. Llevome al balcón, y sentados frente al espléndido panorama del puerto, me habló de esta manera:
«Querido Tito, te mandé a la correría de Contreras por el Mediterráneo para que vieras por ti mismo la incapacidad de esta gente. Ya te habrás convencido de que nada valen los corazones valientes si las cabezas están vacías. Contreras no hizo nada de provecho, y de añadidura le quitaron las fragatas, que sabe Dios cuándo volverán a manos españolas... El arrojo de Gálvez en Orihuela, ¿qué consecuencias ha tenido? El menguado provecho de recoger algunos cuartos, y el enorme perjuicio de irritar a los pueblos cercanos y enemistarlos para siempre con este Cantón.
»Al llegar aquí los prisioneros de Orihuela los llevaron al navío-pontón Isabel II, y en él fueron atendidos y agasajados en la forma más cristiana: eso está muy bien. Por la tarde les visitaron el Brigadier Pozas y el mirífico evangelista Roque Barcia. Este les largó un discurso, que fue como un pedacito del Pentateuco, y llorando les abrazó uno a uno, y aun creo que les bendijo, prometiéndoles la próxima entrada en el Paraíso Federal. Tanto sentimentalismo me parece de muy mal agüero. Creen estos inocentes que las revoluciones se hacen con discursos frenéticos, con abrazos fraternales, con