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Gramatical balumba llegué al número tres de la plaza de la Merced. ¡Oh felicidad sin medida y sin nombre! En un magnífico y espacioso local de Escuela recién construida, todo nuevo, todo limpio, ornado de mapas y cuadros gráficos admirables, me recibió Floriana a los pocos instantes de impaciente espera. Gozosa vino hacia mí; nos estrechamos las manos, y sentándonos en un banco escolar, cambiamos las salutaciones de rigor. Vestía traje azul sencillísimo, sin ningún adorno. Su hermosura ideal recobró en mi retina la exquisitez helénica, y recordé la primera frase de Celestina cuando me propuso el pacto de amor: No es mujer; es diosa.


XX


Inició ella la conversación con estos sentidos conceptos: «¡Ya ve usted, amigo Tito, con qué mala sombra he venido a tomar posesión de mi destino! ¿Cómo habíamos de pensar que este dichoso Cantón destruiría radicalmente mis ilusiones y mis planes, haciendo inútil la gestión de usted para darme la dirección de esta Escuela? Ya le enseñaré el edificio y sus dependencias. Verá usted qué grandiosidad. Aquí hay cátedras, gabinetes de Física, museo, jardines, aposentos para el internado... Todo perdido, todo por lo menos en suspenso hasta sabe Dios cuándo.

-El aplazamiento será corto, no lo dude