drás hasta que Cartagena secunde el movimiento'.
»Tramado el golpe de mano, Cárceles confió su plan a don Pedro Gutiérrez... Ya conocerás a este señor, Presidente del Comité republicano de Cartagena y admirador fervoroso de Castelar... El pobre don Pedro se llevó las manos a la cabeza, y dijo a Manolo que aquello era una locura. Mas la locura se realizó con un éxito redondo. A las doce de la noche del 11 de Julio, los soldados de África tuvieron que regresar a la plaza cantando bajito, y Galeras quedó en nuestro poder.
»No esperó Cárceles el día para seguir actuando con su extraordinaria velocidad de acción. A la una de la madrugada se reunieron en un caserón viejo de la calle del Carmen, junto a la puerta de Madrid, muchos jefes de Movilizados y Voluntarios, a los que Cárceles expuso el estado de las cosas. Algunos se asustaron y no quisieron comprometerse a secundar la revolución. Sólo el capitán Martínez y otro jefe de Voluntarios declararon que irían adelante. Covacho y Roca dijeron que antes de comprometerse creían necesario consultar a sus Compañías.
»A las cuatro de la madrugada, los timoratos quisieron dar por terminada la reunión. Pero a ello se opuso Cárceles resueltamente. Salió el valiente Martínez, y a poco volvió con su Compañía. Con diecisiete hombres de esta, se fue Cárceles al Ayuntamiento, tomando posesión del edificio. Como no tenía cornetas ni tambores, mandó a dos parejas de