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XIII

«Don Estanislao es el hombre más generoso y bueno del mundo. En él no se admira tan sólo la virtud pasiva que consiste en no hacer el mal. En su corazón arde el sentimiento de caridad en su grado más efusivo. No acude a él ningún necesitado que no halle consuelo y socorro. Los perseguidos por la justicia que solicitan su compasión, le ven entrar en el Saladero llevándoles el sustento y la esperanza. En los casos difíciles habla con los jueces, revuelve toda la Curia, y no descansa hasta conseguir la libertad del preso. Si para los extraños es misericordioso, para los amigos no tiene límite su bondad. Practica el principio cristiano en toda su pureza, desentendiéndose en absoluto de la liturgia; por lo que resulta, según el criterio de los neos, un ángel impío, un santo anticlerical.

»Ahora te hablaré de su mujer, la pobre doña Josefa Madrignac, que murió en Abril, días antes del 23. Era una señora excelente, un modelo de esposas, modelo también de modestia y candor. Amaba tiernamente a su marido, sin que atenuara este cariño la diferencia de ideas religiosas. Su beatería y misticismo la inducían a procurar que su marido, elevado a la Presidencia de la República, dejase en paz a las personas y corporaciones