cuando llegó un amigo y le soltó esta bomba: «Ladico; acaban de elegirle a usted para la Cartera de Hacienda». Por de pronto no dio crédito a lo que oía; mas cuando se persuadió de que era cierto, la sorpresa le tuvo suspenso y mudo largo rato... Su primer cuidado fue poner un telegrama a su esposa, y al día siguiente, un mallorquín amigo de la familia recibió otro despacho concebido en estos términos: «Estoy en una ansiedad muy grande. Dígame si mi marido se ha vuelto loco. Me asegura que le han hecho Ministro de Hacienda». Era don Teodoro Ladico un buen hombre, sencillo y modesto; entendía de negocios, y manejaba los libros de contabilidad como experto comerciante.
La salida de Benot fue ciertamente lamentable. Varón recto y de poderosas iniciativas, de seguir en Fomento hubiera hecho mucho más que las Leyes regularizando el trabajo de las mujeres y los niños, y la creación del Instituto Geográfico y Estadístico... Ved ahora la lista de las nuevas figuras con que Pi y Margall sustituyó a las que habían rodado por el suelo: Maisonnave, Estado; Gil Berges, Gracia y Justicia; General González, Guerra; Pérez Costales, Fomento; Carvajal, Hacienda; Súñer y Capdevila, Ultramar. El único que quedó del Gobierno anterior fue Anrich, Ministro de Marina, el cual, poco después, tuvo a bien pasarse a los carlistas. El programa de Pi y Margall, al presentar a las Cortes el nuevo Gabinete, se condensaba en estas dos palabras: Orden, Gobierno.