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traqueado en los retratos de muger, de ponerles una flor en la mano, ó un perrito; y aun esto último fuera tolerable, siempre que las manos y la expresion del semblante representasen que le acariciaba. Tambien los retratos de hombre con un memorial ó una carta en la mano suelen ser sobradamente frios; porque quando á un personage le dan semejante papel, se pone á mirar lo que contiene, ó á responder al que se lo ha presentado, y no se queda parado con él como una estatua.

CANTO TERCERO.
Pag. 56. La Pintura
En su principio fué rasgo grosero.
I. La comun opinion sobre el origen de la Pintura, es que viéndose próxîma la hija de un Alfarero de Sicione, en el Peloponeso (ó segun otros de Corinto) llamado Debútades, á ausentarse de su amante; notó, á la luz de una lámpara, que la sombra retrataba en la pared exâƈtamente el perfil del rostro de su querido; y tomado un carbon, señaló con él aquel contorno, para que consolase su deseo en la ausencia. Hay quien dice, que la misma Naturaleza dió principio, y subministró á los hombres la idea de la Pintura, presentándoles á la vista tan-
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