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falta de verdad en algunas que confesará todo inteligente desapasionado. Véase lo que sobre este punto se dice en la Nota III del Canto I: sin embargo, mírense despacio las figuras de Jesu-Christo y la Virgen que pintó Murillo, y luego se juzgará, si se puede ó no compensar esta falta con lo agradable, tierno, y decoroso de la expresion, con la belleza del colorido, la suma verdad, y demos gracias propias de su estilo. En quanto á lo demás, tan bellas aƈtitudes, tan arreglados pliegues, y tanto fuego de invencion se encuentra en las pinturas de Murillo, como en las que se celebran por mejores.

El sábio y nada indulgente Mengs se puede citar por texto irrecusable en esta materia. Léase su carta á Don Antonio Ponz, pag. 222 de sus obras, en la qual, aunque no habia visto las sublimes producciones del pincel de Murillo arriba citadas, hablando de las que tiene el Rey en su quarto, dice, 'que las unas están pintadas con valentía, fuerza y arreglo al Natural; y otras con aquella dulzura que caracterizó su segundo estilo, como se nota en otros quadros de esta pieza, señaladamente en el pequeño de los Desposorios de Nuestra Señora, y en una bellísima media figura de Santiago.

De Ribera dice en la misma pag. que es admirable en la imitacion del Natural, fuerza de claro y obscuro, manejo de pincel, y en demostrar los accidentes del cuer-
po.